SENTENCIA: LAPIDACIÓN
Estaba tapándose, con dificultad, la cara;
una máquina grababa sus movimientos
para que nadie se perdiera el espectáculo;
querían que sirivieran de escarmiento.
La cámara dejó ver aquellas manos
que iban arrojando piedras sobre su cara y cuerpo.
Ella, instintivamente, intentaba evadirse
arrastrándose, torpemente, por el suelo.
Tras aquellos gritos desgarradores,
gritos de dolor, de sufrimiento;
su voz se fué apagando, lentamente,
hasta que llegó el silencio.
A si indigna conducta pusieron fin
su padre, sus tíos, sus hermanos;
creyentes de tener el derecho y la obligación
de apagar la luz de sus diecisiete años.
Su tremendo delito cometido:
huir de un matrimonio concertado;
querer amar y sentirse amada;
desobedecer los mandatos.
Pretender unirse al hombre
de quien se había enamorado;
protagonizar su propio futuro;
no resignarse a lo impuesto, a lo obligado.
Fué condenada a muerte,
a una muerte lenta y dolorosa:
condenada a morir lapidada
por atentar a lo que consideran honra.
Los varones de la familia fueron jueces y verdugos
castigándola según su religión y tradicción.
Otras mujeres han corrido y correrán la misma suerte.
Pero hoy se apaga la cámara...Ha terminado la función.
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