domingo, 12 de febrero de 2012
Recital de Víctor Manuel Jiménez Andrada "Comidas para llevar"
CAFÉ CON LECHE
(del libro Comidas para llevar)
Son las doce y cuarto de una mañana despejada de verano. No hay demasiada
gente en el interior de la cafetería, aunque en la terraza que da a la plaza están
ocupadas cuatro de las cinco mesas. El camarero que las atiende, por no usar
una bandeja, da un montón de paseos. Su caminar vacilante refleja cierta falta
de experiencia en la labor. Tras la barra, otro hombre más joven y profesional
sirve un par de cañas con una tranquilidad pasmosa.
Poco a poco van llegando los clientes habituales. El camarero joven los saluda
por sus nombres y les sirve a cada uno su consumición, sin necesidad de
preguntar. Hay una mesa ocupada por cinco personas que hablan
animadamente. Parecen funcionarios del Ayuntamiento en su descanso
matinal. A intervalos, un tropel de turistas toma el local por un breve periodo de
tiempo.
A mi lado está Florentino —sé su nombre porque acaba de pedir un par de
churros y el camarero le ha llamado así—. Viste una camisa color azul cielo y
un pantalón de verano beige. Está sentado en un taburete sobre el que
desparrama el culo. La barriga, que le cuelga por encima del cinturón, delata
una dieta rica en grasas, un alto nivel de colesterol y una glucosa que roza lo
permitido. Calza zapatos tipo castellano sin calcetines, supongo que no piensa
caminar mucho. Da miles de vueltas con la cucharilla al café con hielo que
tiene sobre la barra. Junto al vasito de cristal descansan dos paquetes de
cigarrillos, uno encima de otro, sin embargo está fumando un puro. Disfruta de
cada una de las caladas y echa al aire, ya cargado, volutas grises. Tiene el
pelo blanco y demasiado largo, en la nuca se le riza de forma ridícula. De vez
en cuando paladea el café, chasca los labios y hace vibrar su papada.
Llega un hombre flaco, un poco más joven que Florentino, luciendo unas
bermudas horribles y una camiseta de rayas rojas. Tiene un tic que le hace
guiñar un ojo. Saluda a Florentino con efusividad y éste apenas le dedica una
mirada leve y un gesto.
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