EMPEÑO
No sé por qué me empeño ahora
en escuchar el silencio
de las grietas de tus manos.
Algunas de ellas estuvieron
años como cielos,
susurrando infancias de pies
descalzos.
No sé por qué me empeño ahora
en recordar,
sus cuentos ante la cena.
- ¿No tienes hambre?
Para ti hay un huevo, redondo,
como tu cabeza,
y un círculo de tomate,
mira, la mesa también es redonda.
Somos pobres,
decía después con todos sus dedos, y yo,
me empeñaba entonces en no comer,
para apartarme del miedo.
9 comentarios:
Cada vez que intentaba colocar un comentario, me daba error blogger... después salieron todos, en un principio era sólo uno.
Perdón por el bombardeo involuntario.
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