RECITAL ANA CASTILLO 7 DE MAYO DE 2009
Extremadura en primavera
(De “Canto a las cuatro estaciones de Extremadura”.
Premio José de Espronceda, 1.998)
Me ha despertado, amor, esta mañana
un vuelo enamorado de cigüeñas;
tus dedos que serpean por mi vientre
como infinitos ríos desbocados.
Claros llegaban impetuosos ecos
de aquellos hontanares de colores,
vertiendo en la dehesa de mis hombros
tu plenitud salvaje, Extremadura.
El verde bisbiseo de la encina,
el pálpito azulado de las sierras,
un tintineo rojo de amapolas,
el irisado alumbre del geranio.
Vencejos son tus manos, lastimadas
de tanta tersa luz en su plumaje.
Un alear celeste, casi puro,
meciendo está las niñas de mis ojos
sobre el columpio niño de la espiga.
¡Oh, aya de mis sueños infantiles!
¿Los cromados arriates de tu rostro
han encendido el beso de tu pueblo?
¿Te quieren más las aves que regresan
buscando la tibieza de tu boca?
Escabel delicado de los vientos,
reposo de sus bailes con el sol,
en los latidos de mi alma vibra
un vals de volanderas margaritas.
¿Recuerdas esa tarde en el arroyo?
(jamás abandoné tu pecho fértil)
Yo contemplaba absorta tu belleza.
Y aquella mariposa tan voluble...
Las ondas cristalinas de sus alas
rozando mis oídos, seductoras...
En el susurro de su voz, yo supe
de tu pacto secreto con las flores.
(De “Canto a las cuatro estaciones de Extremadura”.
Premio José de Espronceda, 1.998)
Me ha despertado, amor, esta mañana
un vuelo enamorado de cigüeñas;
tus dedos que serpean por mi vientre
como infinitos ríos desbocados.
Claros llegaban impetuosos ecos
de aquellos hontanares de colores,
vertiendo en la dehesa de mis hombros
tu plenitud salvaje, Extremadura.
El verde bisbiseo de la encina,
el pálpito azulado de las sierras,
un tintineo rojo de amapolas,
el irisado alumbre del geranio.
Vencejos son tus manos, lastimadas
de tanta tersa luz en su plumaje.
Un alear celeste, casi puro,
meciendo está las niñas de mis ojos
sobre el columpio niño de la espiga.
¡Oh, aya de mis sueños infantiles!
¿Los cromados arriates de tu rostro
han encendido el beso de tu pueblo?
¿Te quieren más las aves que regresan
buscando la tibieza de tu boca?
Escabel delicado de los vientos,
reposo de sus bailes con el sol,
en los latidos de mi alma vibra
un vals de volanderas margaritas.
¿Recuerdas esa tarde en el arroyo?
(jamás abandoné tu pecho fértil)
Yo contemplaba absorta tu belleza.
Y aquella mariposa tan voluble...
Las ondas cristalinas de sus alas
rozando mis oídos, seductoras...
En el susurro de su voz, yo supe
de tu pacto secreto con las flores.
1 comentario:
He leído el libro de Ana "El despertar de las adelfas" y me ha parecido delicado, sensual, de una musicalidad armoniosa y susurrante y sobre todo un libro lleno de ternura y bellos sentimientos. Me ha gustado mucho.
Juan Francisco Caro.
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