ECLIPSE
No es necesario perseguir el viento
por la escarpada montaña,
ni atrapar la luna cuando entre los árboles se agazapa.
Ella, no para quieta y se balancea por sus ramas,
juega con los luceros que en la mañana despiertan las fuente
entre burbujas blancas.
Casta se presta al Sol para sin pudor ser cubierta
y se ruboriza la noche de luna llena.
Y en ese instante acosador,
envidiosa, la astrología entera,
oculta a la tierra con su velo
toda su desvergüenza.
Solo el redondeado circulo de su estética
cuando sin decoro enseña
el frágil seno de virginal doncella,
muestra toda su hermosura,
a estos eventuales pobladores
fagocitados en la tierra.
Y en esa misteriosa ausencia,
de esporádicos amores de lujuria impertinente,
el universo entero clava su mirada y
contempla extasiada,
como el celeste caballero, cubre a la hermosa dama.
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